Chuck Berry - The Legend

jueves, 15 de mayo de 2008

SOMOS DÉBILES

'Todo debería simplificarse tanto como se pueda, pero no más' Hace unos cuantos post poníamos en circulación en esta bitácora una carta que Einstein dirigía a su hijo Albert y que no tenía desperdicio.

Ahora nos llega del mismo remitente otra misiva, esta vez dirigida a su amigo y compañero de la Universidad de Princeton Eric Gulkind, después de que éste le enviara su libro Escoge la vida: La llamada bíblica a la rebelión.

En otro blog (El Mito de la Taberna) aparecen párrafos de dicha carta en los que habla del pueblo judío, su pueblo. Pero también habla de más cosas, por ejemplo de religión. Opina que la religión se basa en leyendas "bastante infantiles" y es un "producto de la debilidad humana".

Dice: "La palabra Dios para mí no es más que la expresión y el producto de la debilidad humana; la Biblia es una colección honorable, pero primitiva, de leyendas no obstante bastante infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede (para mí) cambiar eso".

Einstein, que aunque de padres judíos fue educado de niño en un colegio católico al tiempo que recibía clases privadas sobre la religión judía, empezó pronto a cuestionar las enseñanzas religiosas recibidas, y en la carta dirigida a su amigo Eric Guldind (3 de enero de 1954) cuestiona también el judaísmo y reniega del sentimiento de superioridad que poseen muchos judíos como su colega, alemán y judío como él.

"Para mí, la religión judía, como las otras religiones, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que estoy encantado de pertenecer y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, para mí no tiene ninguna cualidad que no tengan otros pueblos".

Sin embargo, Albert Einstein no era ateo. Es más, le molestaba que los defensores del ateísmo se apropiaran de sus opiniones sobre el asunto. Llegó a decir que "la ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia es ciega".

¿Contradicción? Quizás. El ser humano es un ser contradictorio, está en su naturaleza. Einstein también era un ser humano, aunque de cualidades extraordinarias.

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