Chuck Berry - The Legend

martes, 23 de octubre de 2012

RECORDANDO A UMBRAL



[...] Hace ciento treinta años, la aventura romántica había que vivirla a expensas de papá. Esto le añadía desesperación y le quitaba autenticidad a los inauténticos y desesperados jóvenes del ochocientos. El Romanticismo, entre nosotros, es un movimiento sufragado con el dinero de los neoclásicos. La generación de los padres, clasicista o neoclasicista, ha de subvenir a las locuras de los hijos. Y, por otra parte, patrocina con su asistencia el teatro romántico de tan vasta influencia en aquella juventud. Este inopinado mecenazgo de una clase con respecto de la clase contraria, de una generación con respecto de la generación siguiente, casi siempre adversa, es una ley histórica imposible de eludir por lo inadvertida. Toda rebelión naciente, sea literaria, política o puramente vital, ha de alimentarse a expensas de lo que va a derrocar. Los dispendios del erario público son al revolucionario lo que la propina de los domingos al hijo balarrasa. Algo que hay que aprovechar al máximo contra el propio donante.
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Fragmento de Larra. Anatomía de un dandy, primer libro de Francisco Umbral (1965)

Teoría del miedo
El miedo mueve la Historia y ahora estamos viviendo una etapa de grandes miedos. Contra el miedo se han inventado pocas cosas, entre ellas la democracia. Pero después de la democracia del miedo viene el miedo a la democracia. Los griegos se lo montaron bien democratizando a sus dioses, porque el miedo viene del cielo. A los dioses, así en plural, se les disminuye un poco. Cada dios se hace soluble en sus alegorías, como se hace palpable en sus murales y estatuas. Pero el dios cristiano, bíblico, es un dios único que ha tenido sus continuadores aquí en la Tierra. Julio César, Napoleón, Calvino, Hitler, Franco, fueron los dueños del miedo, unipersonales, pero ahora el miedo vuelve a estar muy repartido, y no por astucia del hombre sino por derrumbamiento de todos los muros de Berlín y todas las torres de Manhattan. Hemos llegado a la Luna y ahora escribo con luna llena y cobriza, todo en paz, pero la Luna sigue siendo la farola del miedo aquí en la Tierra y en mi huerto. Nuestros enemigos orientales trabajan con el miedo, que es su bomba atómica, y han conseguido que las elecciones norteamericanas se hagan, no para cambiar de presidente sino para cambiar de miedo, de terror, de temor y temblor ante lo desconocido, como es un piloto árabe en un avión fanático que arremete contra las Torres de Manhattan como Don Quijote contra los molinos. Oriente tiene miedo de Occidente porque Estados Unidos cada día pone más caro lo que roba. Occidente siente miedo de Oriente porque es un enemigo nuevo, desconocido, fantasmal, que no trabaja con misiles sino con pequeños insectos, con suicidas sagrados y con espías cuyos idiomas nadie conocemos. Incluso Europa vive la inquietud de Marruecos y España la inquietud de las otras Españas, que un presidente benévolo o despistado va estimulando, y no por estrategia sino por miedo. Ahora amanece en la India, que era el miedo dormido, y no sabemos si su primer bostezo es de hambre, de sueño o de miedo. La democracia que sirvió para desmilitarizar a los dioses no sirve para amedrentar a los asiáticos, porque no creen en la democracia sino que utilizan a su dios como un hacha. Allá en los 60 vivimos el peligro amarillo, el maoísmo, el despertar de China, pero América ha conseguido adormecer a la inmensa China con cocacola y barbitúricos. China ha cambiado a Mao por unos pantalones tejanos. A Bush no le sientan bien los tejanos porque es de pata corta, pero a Kerry tampoco porque tiene aspecto de funcionario de aduanas. Lo que pasa hoy en USA, desde el 11-S, es que a todo el mundo se le caen los pantalones por el miedo. García Márquez vive el miedo de sus 90 años literarios, que es el miedo a una niña de 14 de la que se ha enamorado. Si no existiese la Lolita de Nabokov, esta niña sería el símbolo de la juventud que viene, libre y salvaje, descreída y desmemoriada. A esta juventud, por miedo, se le concede todo, las faltas de ortografía en los exámenes y el pinchazo mortal delante de su madre, que se lo trae de la farmacia por miedo a decirle que no. Todo está inseguro, todo da un paso atrás. Belén Gopegui saca la segunda edición de su libro sobre Cuba. Hace más de un siglo España tenía miedo de perder Cuba. Hoy tenemos miedo cuando Castro resbala en una escalera y se rompe una rodilla. Las últimas elecciones las ganó aquí el miedo. Recomponer la democracia sería como volver a la Luna. La democracia también es la Luna del miedo. 
El Mundo, 01-11-2004

Nacionalismo y folclore
Cataluña se autodetermina como «nación» en el texto final que proponen el PSC y sus socios. Es muy probable que esta lenta y tediosa maniobra de los separatismos pedáneos, que denuncia este periódico todos los días, con serenidad y firmeza, llegue a convertirse efectivamente en una realidad histórica y contemporánea, en una audacia política del siglo XXI. Nosotros les saldríamos al paso con una sola y silenciosa pregunta: - Bien ¿y qué? Porque uno ve muy posible que esta utopía, mercantil mayormente, se convierta en realidad, pues hay realidades que no sirven para nada. Y éste es el tema nunca planteado, pero sí multiplicado por 17, que nos haremos después de conseguida y madura la España o alianza de las culturas, que quiere Zapatero. El error está en poner a la venta una idea sin ningún contenido ni ventaja, salvo la fascinación del planteamiento en sí mismo. Cataluña será más Mediterráneo, Cataluña tendrá más telares y cantautores, como Vasconia tendrá más versolaris que matan y Galicia tendrá más fragas que desgobiernen. Bueno ¿y qué? No basta con que un proyecto sea atractivo, realizable y popular, sino que hay que meterle algo dentro. No se empieza por la política retórica que sueña localismos: «Lo tan real, hoy lunes», como cantó Jorge Guillén. No se empieza por el final, en una palabra. El verbo se hace carne y habita entre nosotros cuando hay más y mejor población, cuando hay más habitantes y más residentes. Cataluña, que nos asombra todos los días por su capacidad barroquizante para producir más pueblos, más telares, más dinero y más vida, dejará de interesarnos cuando empiece a repetirse a sí misma, esto es, cuando empiece a ser el logrado retrato de lo que no es. Así, Vasconia es hoy una provincia que se realiza sin renunciar a ninguno de los versolaris vascos en la cuerda lírica o en la cuerda industrial. Vasconia no la hacen los muertos de ETA y tampoco los vivos de la retórica pedánea que hemos dicho antes. Vasconia ya está hecha desde hace mucho tiempo y lo que le añade cada muerto reciente no es más grandeza ni más fecundidad ni más personalidad. Los separatistas, los folkloristas, los internacionalistas de Vasconia acabarán, como los otros, siendo una lograda caricatura de sí mismos. Bueno ¿y qué? Galicia volverá a ser una reinvención de lo galaico, entre Rosalía, Valle-Inclán y Cela. Bueno ¿y qué? Quiere uno decir que estos soberanismos acaban a cargo de Zapatero. En lo que está empeñada la España profunda es en rubricarse mediante crueldades inútiles, sobreabundancias estériles y localismos del XIX. La independencia de Cataluña, que ayer se autodeterminaba como «nación», según proposición del PSC, ha recibido una alta y prestigiada respuesta de Alfonso Guerra, el socialista legítimo, que nos alecciona con estas palabras: «Gobernar es muy difícil y las cosas que se dicen cuando uno cree que no va a ganar hay que cumplirlas y eso es muy difícil». Guerra, que no pretende reinar desde la Giralda y que ya vivió su período soberanista en el socialismo auténtico, es hoy el político más autorizado y menos ambicioso de la España de Zapatero. A él debiéramos atenernos porque incluso desde el silencio hace política y no aventurerismo bucanero. Se le ve que participa en nuestra convicción de que las naciones son lo perdurable, pero los nacionalismos sólo son folclore.
El Mundo, 30-09-2005

jueves, 18 de octubre de 2012

UNA GUÍA BREVE, PERO ÚTIL, DE LA DESOBEDIENCIA CÍVICA



Al perpretrar una revolución, hay que satisfacer dos requisitos: que haya alguien o algo contra qué rebelarse, y que alguien salga a la calle de facto y lleve a cabo la rebelión. La indumentaria acostumbra a ser informal y ambas partes pueden ponerse de acuerdo en lo que refiere a hora y lugar, pero si una de las facciones no se presenta, es probable que la empresa entera fracase. En la Revolución China de 1650 ninguno de los bandos compareció y perdieron el depósito.

Las personas o partidos contra los que se efectúa la rebelión se denominan los “opresores” y se los puede reconocer fácilmente por cuanto parecen ser los únicos que se lo pasan bien. Los “opresores”, por lo general, llevan traje, poseen terrenos, y tienen la radio puesta hasta altas horas de la noche sin que nadie se lo vitupere a gritos. Su ocupación consiste en mantener el status quo, una circunstancia en la que todo permanece igual, aunque puede darse el caso de que quieran pintar cada dos años.  

Cuando los “opresores” se vuelven demasiado estrictos, tenemos lo que se llama un estado policíaco, que prohíbe toda señal de disentimiento, tal como reír entre dientes, presentarse con corbata de lazo o llamarle “chato” al alcalde. Las libertades civiles se ven sensiblemente restringidas en un estado policíaco, y la libre expresión es desconocida, aunque en último extremo puede estar permitido hacer muecas. Las opiniones críticas sobre el gobierno tampoco son toleradas, especialmente las referidas a cómo bailan sus miembros. La libertad de prensa también se ve coartada y el partido en el poder “dirige” las noticias, permitiendo a los ciudadanos escuchar únicamente ideas políticas aceptables y tanteos de bésibol que no provoquen desasosiego.  

Los grupos que se rebelan se conocen como los “oprimidos” y se les suele ver en grupos dando vueltas y refunfuñando o pretendiendo que tienen dolor de cabeza. (Hay que señalar que los opresores jamás intentan rebelarse ni convertirse en oprimidos, por cuanto les traería consigo un cambio de ropa interior).  

Algunos ejemplos famosos de revoluciones son:
La Revolución Francesa, en la que los campesinos asumieron el poder por la fuerza y cambiaron con presteza todas las cerraduras de las puertas de Palacio, a fin de que los nobles no pudiesen entrar. Luego organizaron una fiesta y se dieron el gran banquete. Cuando finalmente los nobles reconquistaron el palacio, se les obligó a limpiarlo todo y se descubrieron numerosas manchas y quemaduras de cigarrillo.

La Revolución Rusa, que se incubó durante años y estalló de pronto al comprender los siervos por fin que el Czar y el Tsar eran la misma persona.

Debe señalarse que, cuando concluye una revolución, los "oprimidos" con frecuencia asumen el poder y comienzan a actuar igual que los "opresores". Por supuesto, a partir de entonces es muy difícil conseguir que se pongan al teléfono y el dinero prestado para cigarrillos y chicle durante la lucha puede también darse por perdido.  

Métodos de Desobediencia Cívica:
Huelga de hambre. En ella los oprimidos renuncian al alimento mientras no sean satisfechas sus exigencias. Los políticos solapados acostumbran a ponerles bizcochos al alcance de la mano o tal vez queso de cabra, pero hay que resistir. Si el partido en el poder consigue que el huelguista coma, por lo general le cuesta poco sofocar la insurrección. Si consigue que coma y además que pague la cuenta, ha triunfado en toda línea. En el Pakistán, se dominó una huelga de hambre cuando el gobierno presentó una ternera cordon blue excepcionalmente sabrosa que las masas hallaron demasiado atrayente como para rehusarla, pero tales platos de gourmet son raros.  

El problema que plantea la huelga de hambre es que al cabo de unos cuantos días se puede estar francamente hambriento, sobre todo cuando camiones con altavoces han sido pagados para desfilar por la calle anunciando: “Um… qué pollo tan bueno… ummm… y los guisantes… ummm…”.  

Una variante de la huelga de hambre para aquellos cuyas convicciones políticas no sean tan radicales, es dejar de comer cebollinos. Este gesto insignificante, si se lleva a cabo como es debido, puede influir sensiblemente en un gobierno, y es por todos sabido que la insistencia del Mahatma Gandhi en comerse la ensalada sin aliñar obligó al gobierno británico a numerosas concesiones. Otras cosas que se pueden dejar además de la comida son: el whist, sonreír y apoyarse sobre un solo pie imitando a la cigueña.

Sentada. Se efectúa el traslado al lugar previsto y se procede a sentarse, pero hay que estar sentado todo el tiempo. De otro modo, como se estaría es en cuclillas, una postura que carece de significado político, a menos que el gobierno también se halle en cuclillas (Esto no es frecuente, aunque un gobierno ocasionalmente se acuclillará si hace frío). El quid está en permanecer sentado hasta lograr las concesiones, pero, al igual que en el caso de la huelga de hambre, el gobierno puede apelar a medios sutiles para hacer que el huelguista se levante. Se le puede decir: “Bueno, todo el mundo fuera, vamos a cerrar”. O bien: “¿Le importaría levantarse un momento? Nos gustaría conocer su estatura”.  

Manifestaciones y marchas. El aspecto clave de una manifestación es que tiene que ser visible. De ahí el termino “manifestación”. Si una persona se manifiesta con carácter privado en su domicilio, no constituye técnicamente una manifestación, sino meramente “una acción estúpida” o “comportarse como un asno”.

Un ejemplo típico de manifestación fue la Fiesta del Té de Boston, en la que americanos ultrajados, disfrazados de indios, tiraron al puerto té inglés. Más tarde indios disfrazados de americanos ultrajados tiraron ingleses auténticos al puerto. A continuación, ingleses disfrazados de té se tiraron al puerto entre sí. Finalmente, mercenarios alemanes ataviados únicamente con vestuario de "Las Troyanas" saltaron al puerto sin razón aparente.

Al manifestarse resulta útil llevar una pancarta que exponga la propia postura. Algunas posturas sugeridas son: 1) bajar los impuestos, 2) subir los impuestos, y 3) no sonreír más a los persas.

Otros métodos de Desobediencia Cívica:
Plantarse delante del ayuntamiento y salmodiar la palabra “pudding” hasta que las reivindicaciones sean satisfechas.

Taponar el tráfico introduciendo un rebaño de ovejas en la zona comercial.

Telefonear a miembros del establishment para cantarles: “Bess, tu eres ahora mi único amor”.  

Vestirse de policía y luego ponerse a saltar a la comba.

Fingirse una alcachofa y pellizcar a la gente cuando pase. WOODY ALLEN (Sin plumas)

viernes, 5 de octubre de 2012

50 ANIVERSARIO


miércoles, 3 de octubre de 2012

NUESTRA HISTORIA EN DOS MINUTOS

No es fácil resumir la historia de la Humanidad en dos minutos, pero alguien lo ha intentado: Joe Bush, un adolescente, editó este video a base de imágenes archiconocidas del acontecer humano, incluso antes de que existiese: a partir del Big Bang. El material se convirtió enseguida en viral, uno de los más vistos de Internet.