Decididamente, hay gente que está/estamos aquí porque tiene que haber de todo.
En estos momentos, en el faro Trinity de Boya Wharf, junto al Támesis, suena una música. Mañana continuará sonando. Y pasado. Y dentro de cien años. Y no parará hasta el 31 de diciembre de 2999 (¡!). La canción de los mil años la llaman. Pero no crean, no sonará nunca la misma melodía.
¿Cómo es posible esto? Ah, la informática, amigos... Detrás de todo está un potente ordenador al que han introducido un algoritmo matemático que le permite combinar y modular aleatoriamente los sonidos de 234 cuencos y gongs tibetanos. Cuenta con una base melódica de sólo 20 minutos y 20 segundos, pero las combinaciones y variaciones que realiza con ella hacen de Longplayer, que así se llama la composición, una pieza de música infinita que sólo se repite cada mil años, como asegura la página web oficial del proyecto. Matemáticamente, esto es perfectamente posible.
¿Y quién es el responsable de semejante locura? Pues, ni más ni menos que Jem Finer, uno de los fundadores de The Pogues, famosa banda británica de los años ochenta:
El tiempo siempre me pareció desconcertante, tanto la fugacidad de su paso como las extensiones insondables del tiempo geológico y cosmológico. Dentro de todo esto la vida humana no es más que un 'blip'. A mediados de los 90 comencé a preguntarme cómo dar sentido a un milenio, el modo de hacer sensible o tangible la envergadura de mil años, dice Finer.
Detrás del proyecto está Artangel, una empresa mecenas del arte abstracto con sede en el Reino Unido, que engloba a decenas de artistas con inquietudes..., a decenas de artistas. Lo mismo te montan una tradicional casa inglesa de madera sobre un trailer y dan la vuelta al mundo para simbolizar el "nomadismo humano" que colocan a un montón de funambulistas haciendo equilibrios durante meses en cables por los cielos de San Francisco. Ellos encargaron Longplayer a Finer. Ahora tratan de que su criatura aguante hasta 2999. Aguantará, seguro... si no se aburren antes.
Longplayer comenzó su andadura el 1 de enero de 2000 y como hemos dicho no la finalizará hasta el 31 de diciembre de 2999, en que comenzarán a repetirse las secuencias musicales. De modo que tienen suficiente tiempo para acercarse hasta el famoso faro y relajarse con los sonidos de las cacerolas tibetanas, que dicen los aficionados al Reiki y otras memeces que relajan mucho. O mejor, pásense por la página oficial, que asegura que dichos sonidos pueden escucharse en todo momento en tiempo real.
En estos momentos, en el faro Trinity de Boya Wharf, junto al Támesis, suena una música. Mañana continuará sonando. Y pasado. Y dentro de cien años. Y no parará hasta el 31 de diciembre de 2999 (¡!). La canción de los mil años la llaman. Pero no crean, no sonará nunca la misma melodía.
¿Cómo es posible esto? Ah, la informática, amigos... Detrás de todo está un potente ordenador al que han introducido un algoritmo matemático que le permite combinar y modular aleatoriamente los sonidos de 234 cuencos y gongs tibetanos. Cuenta con una base melódica de sólo 20 minutos y 20 segundos, pero las combinaciones y variaciones que realiza con ella hacen de Longplayer, que así se llama la composición, una pieza de música infinita que sólo se repite cada mil años, como asegura la página web oficial del proyecto. Matemáticamente, esto es perfectamente posible.
¿Y quién es el responsable de semejante locura? Pues, ni más ni menos que Jem Finer, uno de los fundadores de The Pogues, famosa banda británica de los años ochenta:
El tiempo siempre me pareció desconcertante, tanto la fugacidad de su paso como las extensiones insondables del tiempo geológico y cosmológico. Dentro de todo esto la vida humana no es más que un 'blip'. A mediados de los 90 comencé a preguntarme cómo dar sentido a un milenio, el modo de hacer sensible o tangible la envergadura de mil años, dice Finer.
Detrás del proyecto está Artangel, una empresa mecenas del arte abstracto con sede en el Reino Unido, que engloba a decenas de artistas con inquietudes..., a decenas de artistas. Lo mismo te montan una tradicional casa inglesa de madera sobre un trailer y dan la vuelta al mundo para simbolizar el "nomadismo humano" que colocan a un montón de funambulistas haciendo equilibrios durante meses en cables por los cielos de San Francisco. Ellos encargaron Longplayer a Finer. Ahora tratan de que su criatura aguante hasta 2999. Aguantará, seguro... si no se aburren antes.
Longplayer comenzó su andadura el 1 de enero de 2000 y como hemos dicho no la finalizará hasta el 31 de diciembre de 2999, en que comenzarán a repetirse las secuencias musicales. De modo que tienen suficiente tiempo para acercarse hasta el famoso faro y relajarse con los sonidos de las cacerolas tibetanas, que dicen los aficionados al Reiki y otras memeces que relajan mucho. O mejor, pásense por la página oficial, que asegura que dichos sonidos pueden escucharse en todo momento en tiempo real.
Para que se vayan ambientando, dejamos aquí un vídeo de la versión en vivo y en directo -y sin ordenadores- de Longplayer, ejecutada en la Roundhouse de Londres el 12 de Septiembre de 2009. No se me relajen demasiado que quiero verles bien despiertos mañana por la mañana.
5 comentarios:
Interesante como concepto, pero... poco más.
Efectivamente hay gente p'a tó, y sobre todo, hay gente que se aburre mucho.
Y con esta música más se aburrirá.
Me quedé dormida. :)
Yo para mil años prefiero la música de los arroyos, el viento entre los árboles, el zumbido de las abejas y el canto de los pájaros o de los grillos, por ejemplo.
Sí, no es mala idea, Finchu.
Me apunto, Finchu.
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