Mira que no para de producir noticias. Noticias, o lo que sea. Me refiero al Príncipe Carlos de Inglaterra, viejo amigo de este blog, hombre.
Su espíritu ecologista lo ha llevado ahora a rizar el rizo: acaba de "trucar" el motor de su Aston Martin DB5, regalo de su augusta madre en 1969 con motivo de su 21 cumpleaños. Una versión descapotable del automóvil que utilizaba James Bond (Sean Connery) en la película "Goldfinger".
Según las informaciones aportadas por la Casa del Príncipe, el "arreglo" del motor permite reducir las emisiones de CO2 en un 18%. Y, ¿cómo funciona? Pues, ni más ni menos que con un 100% de bioetanol fabricado con vino blanco, al que se añade un componente derivado de la fabricación del queso, ¡toma ya!
El Sr. Michael Peat, secretario particular del Príncipe, muy en su papel, se ha apresurado a puntualizar que el vino no procede de los sobrantes de los banquetes que ofrece periódicamente el Príncipe Carlos, sino de unos viñedos propios existentes en el condado de Wiltshire.
No sé cómo no toman nota de la actitud del Príncipe Carlos. Arreglen ustedes, los que conducen automóviles (yo, paso), el motor de su vehículo. Claro que seguramente no todos tienen un Aston Martin, vaya por Dios, ni pueden permitirse gastar 6.300 € en dicho arreglo, pero no me negarán que quedaría de lo más aparente. Ustedes mismos.
Ah, pero no crean que la cosa queda ahí, no señor. Mientras que la factura de combustible del británico medio ha subido un 5%, el heredero de la Corona ha conseguido rebajar la suya en un 14%, gracias a que ha sustituido los calentadores tradicionales por otros más sofisticados, que ya me gustaría saber cuánto cuestan. ¿Tampoco tienen dinero para eso? ¡Qué pobres!
Pero, no se lo pierdan. Este año, a pesar de haber ganado con sus granjas ecológicas un millón de libras más que el pasado, ha pagado menos impuestos. ¡Olé, mi niño, qué arte!
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