Chuck Berry - The Legend

domingo, 23 de marzo de 2014

'A TENAZÓN'. IN MEMORIAM ADOLFO SUÁREZ

    Como escribía Carmen Rigalt esta mañana, "las despedidas son tristes, y la muerte es la despedida por excelencia... Morir es el acto más íntimo de la vida y merece un respeto".
    Adolfo Suárez, uno de los muñidores de la Democracia española, primus inter pares de quienes trazaron el camino de la Transición -ese encaje de bolillos cuyas enseñanzas se siguen estudiando en las universidades del mundo-, acaba de fallecer a los 81 años, después de una larga y penosa enfermedad. Será muy difícil (imposible) para quienes vivimos intensamente aquel período, olvidar la figura de Adolfo Suárez.
    Descanse, Presidente, y muchas gracias por haber dedicado su vida a intentar hacer más habitable este pobre, cainita y tantas veces desdichado país.

Fragmentos de Trilogía de Madrid
    Traía yo, entre las cuatro cartas de recomendación, una para un tal Adolfo Suárez, desconocido y mítico, diluido en la propia vulgaridad de su nombre y prestigiado como secretamente entre el falangismo.
    Este Suárez parece que dirigía una cadena de emisoras como del Frente de Juventudes o así, aunque su carrera política se proyectaba ya más lejos.
    Ya que no de mi voz literaria, que nadie quería escuchar, iba yo a vivir de mi laringe, si podía, pues que había sido locutor en provincias. La carta para el tal Suárez iba ya tomando la forma de la cadera que no tengo, de tanto ir y venir al despacho donde él nunca estaba.
    Una mañana, entrando yo en el portal de la emisora, por detrás de la Gran Vía, reconocí al personaje por cómo le abrían la cancela dorada del ascensor. Subí corriendo la escalera de mármol para coincidir con él en la puerta del piso, y tras él pasé hasta su despacho. Era un hombre joven y moreno que iba dejando tras de sí como un rastro de autoridad o seguridad. Debieron de pensar, incluso, que yo iba con él, porque nadie me dijo nada.
    Sentado ya en su mesa, levantó hacia mí sus ojos claros con la sorpresa de encontrarse ante él un desconocido de aspecto entredudoso, y no cualquiera de los lacayos habituales. Le eché la carta blanca y arrugada sobre la carpeta de cuero negro.
    Yo diría que la leyó a través del sobre, en un instante.
    - Que quiero ser locutor.
    (No mucho más que mi voz estaba yo dispuesto a prestar a aquel invento)
    Se levantó, dio la vuelta a la mesa y vino hacia mí.
    - Necesito algo, estoy sin trabajo, he sido locutor, tengo experiencia, que me hagan una prueba, quiero trabajar.
    - No puede usted pedirme nada así a tenazón.
    Recuerdo la palabra, vieja palabra castellana, abulense: tenazón.
    Me cogió de un brazo, con asustante energía, y me sacó del despacho.
    Bajé la escalera de mármol como si me hubieran dado una bofetada. Estaba acostumbrado a negativas blandas, confusas, dilatorias. Era la época en que el Opus Dei llevaba algunos años de reinado cultural y político, tras haber desplazado a la Falange. Por la presión de aquella mano en mi brazo, por el rigor de aquel hombre, por la sequedad de su voz, comprendí que, según los rumores más auspiciativos, el llamado Movimiento estaba volviendo -pronto estallaría el caso Matesa, desarbolando la política y la economía del Opus-, y que había hombres de una energía nueva para hacerse con el poder.
    Llevaba en la mano mi vieja cartera de cuero, con recortes, cartas y artículos, y la miré como si no fuese mía.
    La Gran Vía volvía a acogerme, inerme y devuelto, sin nada que hacer, salvo sentarme en un banco a mirar los cartelones de los cines y las piernas de las mujeres. Siempre me levantaba unos momentos antes de que los transeúntes comenzasen a echarme monedas.
    A tenazón. De modo que a tenazón. Aquellos no eran los modales cremosos y misales del Opus Dei.
    Algo iba a pasar.
    A tenazón sacaría aquel hombre de ojos claros, siglos más tarde, del Consejo Nacional del Movimiento, Plaza de la Marina Española, a todos los consejeros falangistas, uno por uno. A tenazón.
    A tenazón quitaría las inmensas flechas de los Reyes Católicos, el yugo de Alcalá, 44. A tenazón le sacarían a él de su despacho de presidir la historia de España. A tenazón. Qué hermosa palabra castellana, qué fuerte, qué de herrero o herrería.
    Un aumentativo de tenaza, supongo.
[...]
    Las primeras elecciones generales y democráticas fueron como una quema de brujas en seco, quema a la que asistieron, en la plaza de todos los pueblos del país, incluso los muertos de la guerra civil (ambos bandos), creyendo que eran las fiestas. La guapa gente de derechas no comprendía aquello. Bajaron las persianas con buena cuerda del barrio de Salamanca y Suárez les parecía un rojo porque había legalizado a Santiago Carrillo "a tenazón".
    Pero también la resistencia estaba un poco desconcertada, Oliver ya no era de Marsillach, Marcelino Camacho salía de Carabanchel y a su mujer la cogió con un jersey a medio calcetar.
    Fue cuando los antifranquistas de posse comprendieron secretamente que ellos no habían nacido para vivir en libertad. Empezaron a secárseles las pilas de todos los timbres que vos apretás, y cerró Cuadernos para el Diálogo. El nacionalcatolicismo dialogante -Gil Robles padre/hijo, Ruiz Giménez- no sacó un voto. La izquierda recreativa descubría, tarde, que María Asquerino, más María que nunca, había dejado el rincón cinematográfico de Oliver por el rincón catalán/madrileño de Boccaccio.
[...]


    "A tenazón". Me vino la frase remota de cuando Suárez me echó de su modesto despacho. A tenazón. A tenazón creó un partido de la nada, sin ideologías, sin doctrina. A tenazón ganó unas elecciones, otras, no sé. Y a tenazón cayeron sobre él sus cortesanos y le pusieron en la calle, no sin antes haberle asesinado políticamente, por la espalda, con un puñal de papel de barba. De modo que lo dejaron en la acera, para que se lo llevasen los basureros de la Historia, fue un bocoy vacío, un pellejo de vino sin vino, o con un resto agriado que al propio Suárez debía de saberle a vinagre.
[...]
FRANCISCO UMBRAL

26 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace unos meses tuve la suerte de hablar largo y tendido con una persona que en los primeros '70 ejerció como "fontanero" del sector reformista del franquismo. Cuando le pregunté por Suárez me lo definió como un arribista con suerte que había usurpado un papel preparado para Fraga - con Areilza, Ruíz Giménez o Solís como segundas opciones. Y que lo había estropeado todo. "Afortunadamente" - pensé yo.

Sí, descanse, señor presidente. Con sus luces y sombras (como todo humano) creo que la Historia será merecidamente benevolente con usted. Incluso cuando se apaguen los ditirámbos que nos van a inundar en los próximos días - y alguno, quizás los más exagerados, estará escito por los que con más saña empuñaron las dagas que acabaron con su carrera.

Juan Nadie dijo...

Sí, estos días tendremos que oir de todo y efectivamente los ditirambos más exagerados serán los de quienes le pusieron todo tipo de zancadillas, pero en fin, esto es España.
Sin embargo, Adolfo Suárez se ha merecido un puesto de honor en la Historia de este país.

Sirgatopardo dijo...

Un tipo ambicioso, al parecer mediocre, y con suerte. Aún así me merece bastante más respeto que todos sus sucesores. Tristemente los próximos en llegar tampoco parecen poder estar a su altura.
Habrá que irse al Uruguay, guay, guay...

marian dijo...

Yo no creo en absoluto que fuera un mediocre, al contrario, creo que actuó con brillantez, decisión y gran valentía durante la transición. Que había que tenerlos bien puestos para cambiar lo que él se atrevió a cambiar, con frentes por todos los sitios, además. Es que hay que situarse en la España de entonces para valorar justamente la figura de Adolfo Suárez.

Juan Nadie dijo...

No, de mediocre no tenía nada, efectivamente fue brillante y valiente. Todos lo fueron en esa época, todos estuvieron a la altura de las circunstancias. Nada que ver con lo de ahora.

Sirgatopardo dijo...

Un mediocre expediente académico y una cultura limitada. Al menos respecto a los políticos que lo rodeaban en aquélla época.

Juan Nadie dijo...

Sí, eso es lo que siempre dijeron sus adversarios políticos, sobre todo los de su propio partido, formado por todo tipo de gente: franquistas que intentaban reciclarse, socialdemócratas despistados, democristianos que no sabían donde meterse y también gente que pensaba de buena fe que el país podía salir adelante con el consenso de todos.
Seguramente Suárez tenía una cultura limitada, pero un olfato infalible. Y un par, para decirlo claramente.
¿Alguien se habría atrevido a hacer lo que hizo en tan poco tiempo? Pregunto.

Sirgatopardo dijo...

Habilidad es la definición. 'Tahúr del Mississippi' según 'Arfonzo' Guerra...

Sirgatopardo dijo...

No sé que habrá dicho el 'bwana de los safaris' al respecto...

Sirgatopardo dijo...

http://politica.elpais.com/politica/2014/03/24/actualidad/1395648506_720140.html
Bwana: “Una gran pena”

marian dijo...

Pues Alfonso Guerra es uno de los que más estuvo pendiente de Adolfo Suárez desde el principio de su enfermedad.

marian dijo...

La categoría humana y la personalidad, son dos aspectos que no tienen por qué estar ligados a los expedientes académicos. Y viceversa ¿O no?

Juan Nadie dijo...

Creo sinceramente que Suárez merece un reconocimiento, el que le negaron entonces por intereses espurios y luchas de poder. Pero, aparte de las babosadas que vamos a tener que escuchar estos días, seguiremos siendos mezquinos. Ay, este país...
Sin embargo, la Historia es tozuda.

carlos perrotti dijo...

No cazo mucho lo que dicen, pero el tipo fue como un puente, no?, tal vez inestable, endeble... A veces hay que cruzar como sea.

Juan Nadie dijo...

Al tipo, como tú dices, le debemos ni más ni menos que la democracia, aunque no sólo a él, claro.

carlos perrotti dijo...

Nada menos...

Juan Nadie dijo...

Pero este país nuestro es muy puñetero (os quejáis de la Argentina).
A Suárez, al principio, lo ayudó todo el mundo. Los partidos, que hasta entonces eran ilegales, se portaron con un sentido de Estado como no volverían a tener jamás. Pero cuando la cosa estaba encarrilada (con un par, insisto) enseguida lo abandonaron, comenzando por sus propios compañeros de partido y Su Majes, que ahora lloriquea que lo quería mucho, por no hablar de los contrincantes políticos, todos a ver si "pillaban cacho". Alguien ha dicho estos días que Suárez fue a partir de cierto momento el presidente más solo de la Democracia. Seguramente tiene razón.
Es igual, el futuro y la Historia acabará poniéndolo donde debe estar: en lo más alto de la Historia de España. Lo dice alguien que en aquellos tiempos no era precisamente un defensor acérrimo. El tiempo enseña, si quieres aprender.

marian dijo...

Estoy de acuerdo, ya le está poniendo donde debe estar.
Yo es que de siempre le he tenido mucho afecto y reconocimiento, en aquel tiempo también, y la verdad es que he sentido su muerte.

Juan Nadie dijo...

Ese sentimiento es de bien nacidos.

Sirgatopardo dijo...

Aún recuerdo su foto con la camisa azul........y como le llamaban traidor los franquistas.

Juan Nadie dijo...

Lo recuerdo perfectamente.
Pero es que los que estábamos en la izquierda tampoco le teníamos demasiado cariño, porque no creíamos que viniendo del Movimiento, del franquismo, iba a llegar a hacer lo que hizo. Nos equivocamos, naturalmente, y algunos lo reconocimos enseguida. Se la jugó a los franquistas. Bien hecho.
¿Por qué crees que le llamo "muñidor"?

Por otra parte, puedo asegurar y aseguro que mucha gente no se enteró de lo que estaba pasando. Les regalaron la democracia, como podían haberles regalado un caramelo, por no hablar de que había una masa nada desdeñable de ciudadanos que seguían pensando en "franquista". Pero si votamos el proyecto de Constitución aproximadamente un 60 por ciento.
Y si hablamos de quienes no vivieron aquellos momentos, es para echarse a llorar. Es sorprendente la cantidad de jóvenes que no saben quién fue Suárez. Una vergüenza. Creo que esto no pasaría en ningún país del mundo.

carlos perrotti dijo...

Duelen nuestros países. O tal vez sean el mismo, o una copia o una rima del mismo. Sin conocer en detalle los hechos, me identifico con vuestro sentimiento.

Juan Nadie dijo...

Somos primos hermanos, de modo que...

Juan Nadie dijo...

Frases de Francisco Umbral definotorias de aquella movida:

"Las primeras elecciones generales y democráticas fueron como una quema de brujas en seco, quema a la que asistieron, en la plaza de todos los pueblos del país, incluso los muertos de la guerra civil (ambos bandos), creyendo que eran las fiestas. La guapa gente de derechas no comprendía aquello. Bajaron las persianas con buena cuerda del barrio de Salamanca y Suárez les parecía un rojo porque había legalizado a Santiago Carrillo "a tenazón".
Pero también la resistencia estaba un poco desconcertada... Fue cuando los antifranquistas de posse comprendieron secretamente que ellos no habían nacido para vivir en libertad. Empezaron a secárseles las pilas de todos los timbres que vos apretás, y cerró Cuadernos para el Diálogo.

Juan Nadie dijo...

"Definitorias" es lo que debería decir.

carlos perrotti dijo...

E incluyó esa cita a Discepolín? Muy bueno.