Chuck Berry - The Legend

jueves, 27 de marzo de 2008

ESTOY TRISTE. Y PIENSO ESTARLO AÚN MÁS

Melancolía-Alberto Durero
Desde hace mucho tiempo en nuestra sociedad capitalista la tristeza no está de moda. Resulta molesta para los demás y de mal gusto. Te estropea la imagen de presunto triunfador, si es que lo eres, o de pasar de todo si eres como el común de los mortales. Las cosas te tienen que ir de perlas, necesariamente, y si no a disimular. Todo está montado para aparentar felicidad.

Como la situación dista mucho de ser idílica, prolifera el consumo de antidepresivos, estimulantes, Prozacs y demás químicas.

Bien, pues resulta que ahora numerosos expertos en el tema reivindican el papel saludable de la tristeza frente a la obsesión por buscar la felicidad a toda costa. Bravo por ellos.

En un estudio publicado en "Perspectives on Psychological Science", el psicólogo Ed Diener ha demostrado que los que puntúan 8 en la escala de felicidad tienen más éxito que los que se consideran "muy felices" (9) o "extremadamente dichosos" (10). «Una vez se alcanza un nivel moderado, todos los incrementos pueden ir incluso en detrimento del éxito laboral, de los ingresos e incluso de la participación política».

Por otra parte , el psiquiatra neoyorquino Robert Spitzer en el prólogo de "The Loss of Sadness" (La pérdida de la tristeza), libro firmado por Allan Horwitz y Jerome Wakefield, escribe: «Ser humano significa reaccionar naturalmente con sentimientos de tristeza a los eventos negativos que ocurren en la vida».

«La tristeza es una parte inherente de la condición humana, no un trastorno mental», escriben Horwitz y Wakefield. «Hacer frente a la definición inválida de la depresión en la psiquiatría es también considerar una dolorosa pero importante parte de nuestra humanidad».

De forma más humanista, el profesor Eric G. Wilson edita estos días su personal manifiesto sobre el tema: "Against Happiness" (Contra la felicidad). Arremete Wilson contra esa «alegría a toda costa». El 85% de los norteamericanos se consideran felices o muy felices, pero Wilson estima que muchos de ellos "confunden la felicidad con la complacencia o con la sonrisa inocua».
Wilson reclama en su libro (cuyo subtítulo es "Elogio de la melancolía") "el poder innovador y creativo de ese estado de insatisfacción vital que conocieron Beethoven, Bruce Springsteen o Woody Allen".

Vale Mr. Wilson , y todos los demás, me han convencido. Entre otras cosas porque ya lo estaba de antemano.
A partir de ahora no simularé que estoy feliz y contento. Estaré triste siempre que me venga en gana, con motivo o sin él. Aviso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Juan Nadie dijo...

Todo lo que dices es cierto. Como preferir yo también prefiero la alegría, naturalmente, pero este post lo que intenta, como es obvio, es criticar la manía de nuestra sociedad por aparentar que vivimos en el mejor de los mundos posibles.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.