HASTA SIEMPRE, MANUEL ALEXANDRE

Se fue sin haber cumplido su penúltimo sueño: alcanzar los 101 años de su padre, aunque 92 tampoco están nada mal.

Dueño y señor de una voz trémula que sabiamente exageraba para potenciar su inigualable vis cómica, ha quedado para muchos como "el secundario de oro" de la historia del cine español, algo no totalmente justo, ya que cuando entraba en plano podía "comerse con patatas" a cualquier actor que interviniese en la escena, fuese o no primera figura.

Más de trescientas películas lo avalan. Muchas de ellas, hitos del cine español: Bienvenido, Mister Marshall (1952), Muerte de un ciclista (1955), Calle Mayor (1956), Los jueves, milagro (1957), La vida por delante (1958), La paz empieza nunca (1960), Plácido (1961), Atraco a las tres (1962), La muerte silba un blues (1964), Tamaño natural (1974), El bosque animado (1987), Amanece, que no es poco (1989), París-Tombuctú (1999)...

Contertulio del Café Gijón, soltero vocacional y socarrón donde los hubiese, decía en una entrevista:Hay dos cosas en la vida que quiero por encima de todo: me gustan las mujeres y los percebes. Y las mujeres, siendo bajito, siempre son difíciles.

Descanse, Manuel Alexandre.